En la búsqueda de sentires que atraviesan el cuerpo al abrazar, me encontré a mí. Mi cuerpo se convirtió en un campo de experimentación que me permitió entender mis vivencias desde mi propia materia. En este recorrido a través de mi cuerpo fui encontrando muchos espacios, unos que ya conocía y otros que jamás me había atrevido a explorar. Me tope con espacios y lugares incómodos y dolorosos, así como con los que me solían avergonzar o asustar. Entendí que atreverme a navegarlos era un acto profundamente íntimo.

Abrazarme implica descubrirme; mis pliegues, mis pesos, mis texturas, concavidades y relieves. Implica descubrir mi sentir mientras juego con mis espacios y con mis formas. Es recorrer mis propios caminos, los conocidos y los desconocidos. Es traspasar mis límites y establecer un diálogo conmigo misma

mientras descubro lo que siempre ha estado ahí pero que nunca me he atrevido a explorar.

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